La teoría de Jean-Baptiste
Lamarck, a menudo llamada el lamarckismo o transformismo, es una teoría
evolutiva que indica que un organismo cambia constantemente en función de su
entorno, y que estos cambios son rasgos heredados.
Lamarck formuló la primera teoría
de la evolución. Propuso que la gran variedad de organismos, que en aquel
tiempo se aceptaba que eran formas estáticas creadas por Dios, habían
evolucionado desde formas simples; postulando que los protagonistas de esa
evolución habían sido los propios organismos por su capacidad de adaptarse al
ambiente: los cambios en ese ambiente generaban nuevas necesidades en los
organismos, y esas nuevas necesidades conllevarían una modificación de los
mismos que sería heredable.
Así, para llegar a conocer las
verdaderas causas de tantas formas diversas y de tantos hábitos diferentes como
nos ofrecen los animales, es preciso considerar que las circunstancias
infinitamente diversificadas, en las cuales se han encontrado los seres de cada
raza, han producido para cada uno de ellos necesidades nuevas y cambios en sus
hábitos necesariamente.
Lamarck, formuló dos leyes:
Primera
ley:
En todo animal que no ha traspasado el término de sus desarrollos, el uso
frecuente y sostenido de un órgano cualquiera lo fortifica poco a poco, dándole
una potencia proporcionada a la duración de este uso, mientras que el desuso
constante de tal órgano le debilita y hasta lo hace desaparecer.
Segunda
ley:
Todo lo que la Naturaleza hizo adquirir o perder a los individuos por la
influencia de las circunstancias en que su raza se ha encontrado colocada
durante largo tiempo, y consecuentemente por la influencia del empleo
predominante de tal órgano, o por la de su desuso, la Naturaleza lo conserva
por la generación en los nuevos individuos, con tal de que los cambios
adquiridos sean comunes a los dos sexos, o a los que han producido estos nuevos
individuos.

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