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Charles Robert Darwin (1809-1882)

“Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio.”

Gregor Mendel (1822-1884)

“Sólo si dos organismos o especies de la misma raza se unen, la descendencia de estos será de raza pura, y las diferencias entre padres y descendencia serán más leves”

domingo, 10 de noviembre de 2013

PSICOLOGÍA EVOLUCIONISTA

La psicología evolucionista propone que la psicología y la conducta de los humanos y primates pueden ser entendidas conociendo su historia evolutiva. Específicamente, propone que la mente de los primates, incluido el hombre, está compuesta de muchos mecanismos funcionales llamados adaptaciones psicológicas o mecanismos psicológicos evolucionados (EPMs) que se han desarrollado mediante selección natural por ser útiles para la supervivencia y reproducción del organismo. La psicología evolucionista intenta explicar características mentales de la especie humana (tales como la memoria, la percepción, el idioma, y fundamentalmente las emociones) como adaptaciones: es decir, como los productos funcionales de la selección natural, a su vez forzada por la competencia para sobrevivir y reproducirse. Este enfoque adaptivo es el utilizado para entender el resto de los mecanismos biológicos como, por ejemplo, el sistema inmunitario. La psicología evolucionista aplica este mismo principio a la psicología.


Dado que la evolución de los homínidos (hasta llegar al Homo sapiens actual) se produjo en medios ancestrales totalmente diferentes al actual, los psicólogos evolutivos toman como referencia las condiciones existentes en aquellos medios prehistóricos. Se postula, por ejemplo, que los seres humanos han desarrollado una capacidad mental especial para la adquisición del habla en forma naturalmente automática en los primeros años de vida. Pero lógicamente no heredaron una capacidad de lectura y escritura que fueron culturalmente desarrolladas. Otras adaptaciones incluyen la capacidad de leer las emociones de los demás, la capacidad de discernir parientes de no familiares, la habilidad de identificar y seleccionar una pareja, y la propensión para ayudar y actuar en forma altruista hacia sus congéneres. Esto a pesar de que los seres humanos son biológicamente organismos en conflicto con otros de su especie, incluidos sus compañeros y familiares. Por ejemplo, la madre de mamíferos y sus crías jóvenes tienen una relación conflictiva respecto al destete, que beneficia además de a la madre al niño. Los seres humanos, sin embargo, tienen una notable capacidad para la cooperación también, en la medida en que pueden desarrollar relaciones afectivas de largo plazo para beneficio mutuo.

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