Gregor Mendel, considerado el
padre de la genética, fue un monje austriaco cuyos experimentos sobre la
transmisión de los caracteres hereditarios se han convertido en el fundamento
de la actual teoría de la herencia.
Las leyes de Mendel explican y
predicen cómo van a ser las características de un nuevo individuo, partiendo de
los rasgos presentes en sus padres y abuelos. Los caracteres se heredan de
padres a hijos, pero no siempre de forma directa, puesto que pueden ser dominantes
o recesivos. Los caracteres dominantes se manifiestan siempre en todas las
generaciones, pero los caracteres recesivos pueden permanecer latentes, sin
desaparecer, para surgir y manifestarse
en generaciones posteriores.
Mendel obtuvo los principios de
la herencia experimentando con determinadas plantas de guisantes que mostraban
una serie de caracteres bien determinados: tamaño y color de la flor, forma y
color de la semilla, etc. Realizó cruces entre plantas con diferentes
caracteres y cuantificó e interpretó los resultados obtenidos en el cruce de
varias generaciones de plantas. Llegó a una serie de conclusiones que fueron
conocidas más tarde como las leyes de Mendel y que mantienen hoy su vigencia.
Los principios establecidos por
Mendel fueron los siguientes:
— Primera ley de Mendel o ley
de la uniformidad. Establece que si se cruzan dos razas puras para un
determinado carácter, los descendientes de la primera generación son todos
iguales entre sí (igual fenotipo e igual genotipo) e iguales (en fenotipo) a
uno de los progenitores.

— Tercera ley de Mendel o ley
de la independencia de caracteres. Establece que los caracteres son
independientes y se combinan al azar. En la transmisión de dos o más
caracteres, cada par de alelas que controla un carácter se transmite de manera
independiente de cualquier otro par de alelos que controlen otro carácter en la
segunda generación, combinándose de todos los modos posibles.
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